Secuestrada de las dimensiones de la belleza y atrapada en el Inframundo junto a Hades, Perséfone lamenta poder volver a la tierra sólo una vez al año. Sin acceso a la naturaleza, a la perfección de la realidad ante sus ojos, sus manos, su gusto y su oído, sólo anhela el día en qué verá la luz del sol con Hera, su madre. Estas cartas intentan servirle de consuelo, aunque, sin muchos entramados, también lo buscan.
martes, 1 de octubre de 2013
lunes, 2 de septiembre de 2013
Carbón y tierra
Yo
no soy real.
He
tenido tantos nombres a lo largo y a lo ancho de la historia
y
de lo que todavía no es historia también.
He
tenido prosélitos y guardias de celda
a
los que sobrevivía con un soborno.
He
tenido jueces que me han crucificado
y
escritores que me han resucitado.
He
sido un claustro de insultos, un puño en alto.
He
sido una oda en halagos, la corona de su majestad.
He
sido sequía de palabras y abundancia de fe.
He
sido la oscuridad enmascarada de bondad,
la
luz vestida de carbón y tierra.
Todo
moretón es maquillable, toda herida es ocultable.
¿Por
qué no ir por la vida magullado, atenerse sólo al momento,
sin
importar pena ni precio?
¿Por
qué vivir si lo que se ve en los rincones de este gran islote,
que
vagabundea lejos de la profundidad del mar,
no
es más que un derroche de vida?
Soy
la huella de la trituradora sobre el bosque generoso de tu memoria.
Soy
el temblor que centrifuga en tu cálido pecho y que no espera a ningún dios.
Soy
el silbido de la ira que sigue el ritmo ocasional que vayas a escuchar.
Soy
la semilla que fue plantada patas arriba.
Mi
flor se ha marchitado pero mis raíces aún buscan dónde enmarañarse.
Soy
el pretexto para empezar una revolución.
Niño,
niño, niño de lágrimas de humo:
no
mires el estupor y la desilusión en la cara de tu madre.
Ella
sabe, ella sabe.
Niño,
niño, niño, no agaches la cabeza cuando veas pasar
a
los que de tu primer aliento secuestraron mi existencia.
Mantén
la frente en alto, no le debes nada a nadie.
Soy
tu libertad.
Seré
todos los ojos en los que no descansarás,
todos
los labios que jamás besarás.
Seré
todos los brazos en los que nunca anidarás.
Soy
los dedos de la inconsciencia que han dejado caer un libro en llamas.
Seré
la morfina que necesitarás para caminar por esta cuerda floja.
Pero,
más que nada, soy la libertad.
Lucila Cuvry
martes, 27 de agosto de 2013
Confesiones de un cuerpo sin sol
Se valiente,
No
le tengas miedo a la muerte.
No
hables demasiado,
sólo
cuando sea necesario.
No
importa tu edad,
nunca
te creas dueña de la verdad.
Aquello
es algo inexistente,
pero
real como mi corazón latente.
No
se compra ni se descubre
y con un benévolo manto cubre
nuestros
sueños, pesadillas,
amores
y alegrías.
Después de todo con eso concluimos,
con
una duda y un alma partida.
La
duda no es negativa.
Es
lo que nos hace querer seguir vivos.
El
alma sólo sirve para romperse,
para
probarle al incrédulo que no tenerla no es la misma cosa.
En
cuanto a mí, no tengo nada que decir.
Si
no hablo es porque prefiero escribir.
Estas
confesiones de un cuerpo sin sol
son
de una mente vacía que no ha aprendido nada,
como
la mía.
Lucila Cuvry
lunes, 26 de agosto de 2013
martes, 20 de agosto de 2013
Úrsula
Bárbaros son los niños cuando no saben lo que dicen.
Consecuentemente, es cuando más dicen la verdad.
Providentes son los secretos que no nos atrevemos a contar.
Los demás avecinan úlceras o desbordes de locura,
de pérdida, de blancura.
Ciego es el país que nos ve pasar
de la vida a la muerte una vez más.
Horrible es el no poder dormir cuando la consciencia.
Aflora entre las maldades humanas.
Otra impostora que quiere robarnos el tiempo,
otro soldado en un pelotón de fusilamiento,
otra madre castradora, otro padre posesivo
que verá la cicatriz como un tiro al blanco.
Ventrílocuo es el invierno, siniestro y demandante,
aunque no quiera tendré que aceptar
que siempre me acompaña y nunca me desilusiona.
Payaso no te rías, solo hazme reír.
De vez en cuando este pedazo de madera
quiere ser una niña de carne y hueso.
Pero a ti, Úrsula siempre te recordaré, siempre te recordaré.
Lucila Cuvry
martes, 13 de agosto de 2013
Perséfone
En el mundo civilizado, la invención de la imprenta y los descubrimientos
científicos han homogenizado, estructurado y ordenado la consciencia del hombre
hasta llevarlo al salvajismo de la guerra. Su incertidumbre hacia el futuro
y sus límites geográficos han desembocado en el nacionalismo xenófobo y la caducidad de la
armonía sensorial de la percepción de toda obra artística a través del ocular
centrismo de las pinturas bidimensionales y el perspectivismo monocular. Sin
embargo, en las últimas décadas, el advenimiento de las tecnologías digitales, simultáneas,
reticulares, complejas e hipertextuales, según, Mc Luhan (La Galaxia Guttenberg), establecen las
condiciones propicias para que el ser humano pueda volver a una armonía entre
los sentidos. De esta manera, la
interactividad entre los cinco sentidos, la vuelta al uso de las facultades
audio-táctiles del hombre-animal, intensificará su sensibilidad. La humanidad se está retribalizando a través de Internet y la tecnología
electrónica. No obstante, esta vez, la
aldea es global. Los individuos
comparten su vida cotidiana, sus más profundos sentimientos e información
íntima todos los días por medio de las redes sociales.
La estética es la transformación de todo
objeto para ser percibido como arte. El
nuevo sujeto de la aldea global es un artista en el sentido explicado por Rafael Sanchez (Las facultades
creativas). Conserva la incertidumbre hacia el futuro, propia del hombre de
la imprenta. Por eso, se aferra a sus
afectos, a lo que reconoce como bello y con lo que se puede identificar a un
nivel personal. La memoria, las
simpatías, y la creatividad producen y devienen de imágenes de la fantasía.
Según
Byron, la mujer debería civilizarse más tardíamente que el varón. "El
amor del hombre es en su vida una cosa aparte, mientras que en la mujer es su
completa existencia”. El cine, la
fotografía y la publicidad, finalmente, han homogenizado a la mujer con la
sociedad de la imprenta. Mc Luhan (La Galaxia Guttenberg)
apunta a que pertenece al primer grupo de individuos alienados de la sociedad y
retribalizados. Mc
Luhan atribuye su suposición a la “predisposición
háptica, su intuición, su integridad”, su calidad de “figura romántica”.
Este espacio no pretende otra cosa que
proporcionar una extensión de la consciencia imaginativa de una mujer. Tan insignificante y particular como un mar
de figuras retóricas y subjetivismos.
Llevando la hipersensibilidad como una carga, un ancla y, una ilusión de
libertad, propongo ofrecer una suerte de equilibrio entre la intelectualidad y
la creatividad: sólo poesía.
Secuestrada de las dimensiones de la belleza y
atrapada en el Inframundo junto a
Hades, Perséfone lamenta poder volver a la tierra sólo una vez al año. Sin acceso a la naturaleza, a la perfección de la realidad ante sus ojos, sus
manos, su gusto y su oído, sólo anhela el día en qué verá la luz del sol con
Hera, su madre. Estas cartas intentan
servirle de consuelo, aunque, sin muchos entramados, también lo buscan.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)