martes, 27 de agosto de 2013

Confesiones de un cuerpo sin sol


Se valiente,
No le tengas miedo a la muerte.
No hables demasiado,
sólo cuando sea necesario.
No importa tu edad,
nunca te creas dueña de la verdad.
Aquello es algo inexistente,
pero real como mi corazón latente.
No se compra ni se descubre
y con un benévolo manto cubre
nuestros sueños, pesadillas,
amores y alegrías.
Después de todo con eso concluimos,
con una duda y un alma partida.
La duda no es negativa.
Es lo que nos hace querer seguir vivos.
El alma sólo sirve para romperse,
para probarle al incrédulo que no tenerla no es la misma cosa.
En cuanto a mí, no tengo nada que decir.
Si no hablo es porque prefiero escribir.
Estas confesiones de un cuerpo sin sol
son de una mente vacía que no ha aprendido nada,
como la mía.


Lucila Cuvry

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